Un viaje desde Italia al Extremo Oriente. New York, 1992




De Italia al Extremo Oriente.

En uno de los primeros post en esta serie de New York ya mencione la impresiĆ³n que tuvimos acerca de los neoyorquinos como gente con prisa y como un poco autista acerca de lo que pasaba a su alrededor. 

Y comprobamos un ejemplo en uno de nuestros recorridos, cuando cerca del Ć”rea comercial y de negocios de Manhattan un accidente de trafico tuvo lugar en una de las grandes avenidas. 

Nosotros, como buenos espaƱoles y turistas, por supuesto que nos paramos en mitad de la acera para ver todo el episodio, con las ambulancias, bomberos y coches de policĆ­a de un lado para otro. 

El accidente no es que fuese de pelĆ­cula, pero parecĆ­a que uno de los conductores requerĆ­a cierta atenciĆ³n medica. 

Lo curioso era que a parte de nosotros, nadie mĆ”s se habĆ­a parado para ver lo que pasaba, nadie en ninguna de las aceras circundantes, lo cual ciertamente nos sorprendiĆ³, ya que la gente seguĆ­a a su bola, dedicando a penas una mirada al mogollĆ³n que tenia lugar a pocos metros. 

Vamos, algo completamente inaudito en Madrid! 



Como podĆ©is ver, las calles ofrecen mucho mĆ”s de lo que uno puede ver al ojo del observador, sobre todo en las grandes ciudades. 

Prosiguiendo nuestro recorrido hacia Lower Manhattan se atraviesan distintos barrios en donde predominan culturas de distintos paĆ­ses. 

AsĆ­ es fĆ”cil pasar de un Ć”rea en donde la mayorĆ­a de las tiendas son de origen Coreano, cuando dos calles mĆ”s al sur todas son de paĆ­ses del este, principalmente de la entonces Union SoviĆ©tica. 

Hasta ese momento el perfil de la ciudad habĆ­a sido muy similar, con tienda tras tienda, fundamentalmente dedicada a la electrĆ³nica, pero el paisaje parece cambiar cuando se llega al Little Italy, Greenwich Village y el SoHo. 

Little Italy no ocupa demasiada extensiĆ³n, pero eso no la hace carecer de menor encanto. 

AllĆ­ se encuentran sobre todo gran nĆŗmero de restaurantes y pizzerĆ­as italianas, especial menciĆ³n para Asti, del cual me ocupare en otro post. 



QuizĆ”s porque estamos llegando a las zonas mĆ”s antiguas de Manhattan pero las calles parecen estrecharse mĆ”s a partir de ahora, lo cual le da un ambiente mĆ”s europeo y cĆ”lido. 

Un poco mĆ”s al sur podemos encontrar Greenwich Village y el SoHo, colindantes uno al otro. 

Esta es quizĆ”s, o al menos era en aquel entonces, el Ć”rea mĆ”s alternativa y bohemia de la ciudad. Gran numero de pequeƱos cafĆ©s se agolpaban uno tras otros, con casas coloristas al estilo Art Deco. 

AdemĆ”s muchos de los garajes habĆ­an sido reconvertidos en pequeƱas exposiciones de arte, donde no era extraƱo encontrar pinturas de diversos estilos junto con esculturas y cualquier otro tipo de expresiĆ³n artĆ­stica.

El primer autentico cafƩ del viaje.

Lo mejor es que en uno de los innumerables locales pudimos disfrutar del primer autentico cafĆ© desde nuestra llegada a Estados Unidos. El tĆ­pico sabor y olor a cafĆ© cafĆ© y no el aguachurri que tomĆ”bamos por las maƱanas. 

Continuando nuestra viaje llegamos al famoso Chinatown. AquĆ­ todo cambia de repente. Las calles se llenan de gente y los negocios se llenan de carteles de innumerable colorido, y a la par de garabatos imposibles de identificar. 

La cantidad de tiendas en Chinatown era como del orden de dos a tres veces mĆ”s que las se pueden encontrar en cualquier otra zona, por que no solo son las que se ubicaban en los propios edificios, a las que hay que sumar la multitud de puestos ambulantes situados en las aceras y a estos aƱade la gran cantidad de gente que se limitaba a vender prĆ”cticamente cualquier cosa en las mismas aceras. 




En aquel entonces el mejor sitio para conseguir regalos para impresionar a la familia y los amigos a la vuelta a EspaƱa era en Chinatown. 

"Autenticos" relojes Rolex, Gucci y de cualquier otra marca de lujo eran fĆ”ciles de encontrar aquĆ­ por no mĆ”s de 10 dĆ³lares, eso sĆ­, suerte si te duraban mas de 10 minutos sin desmontarse, claro. 

Como no, hicimos acopio de abundante material para regalo en la zona, a fin de cuentas el presupuesto se ajustaba a la oferta del barrio. 

La tiendas eran de lo mĆ”s curiosas, desde las tiendas de discos con cantantes a lo Rafael pero asiĆ”ticos, como los incontables restaurantes o tiendas de comestibles con esos patos u pollos pequineses con una mano de barniz. 




Publicar un comentario

0 Comentarios