La Estatua de la Libertad. New York, 1992



Estatua de la Libertad. 

Me imagino que os preguntareis que pinta una francesa a la entrada del puerto de New York, solamente cubierta por una tĆŗnica. Buena cuestiĆ³n. 

La Estatua de la Libertad fue un regalo de los franceses en 1886 con motivo del centenario de la firma de la DeclaraciĆ³n de la Independencia de los Estados Unidos de AmĆ©rica

Y a pesar de los empire states, central parks o puentes de brooklyn, la Estatua de la Libertad es el elemento que mĆ”s caracteriza y simboliza a la ciudad que nunca duerme, el autentica alma mater de la ciudad, y si no que se lo digan a los Cazafantasmas 2 cuando acude al rescate de la ciudad, o en El Planeta de los Simios, cuando Charlton Heston por fin se cosca que los monos han conquistado la Tierra. 

La estatua casi ni llega a los 50 metros, pero desde la base del pedestal se alza hasta casi los 100 metros de altura. 

En cualquier otra ciudad del mundo destacarĆ­a con mucho del resto de los edificios, pero despuĆ©s de darse una vuelta por Manhattan, no es que ofrezca una impresiĆ³n de excesiva altura, lo cual es un efecto relativo, por que alta si que es. 

Esperando la cola para subir a la Estatua de la Libertad.

Desde la base de la Estatua de la Libertad.

La estatua se encuentra en la llamada Isla de Libertad, y durante mĆ”s de cien aƱos ha sido la primera imagen que tenĆ­an del nuevo continente los inmigrantes que hacĆ­an su entrada en barco en el puerto de New York, y que en cierta manera representaba el sĆ­mbolo de libertad y oportunidad de alcanza la gloria, la fama o el dinero en el continente americano. 

La visita a la estatua empieza en el Battery Park, al sur de Manhattan, en donde se puede coger el ferry que te llevara hasta la isla. 

El dĆ­a en que cogimos dicho barco, fue uno de los mĆ”s frĆ­os de la semana que estuvimos en New York. Mas que nublado y con abundante agua-nieve, el paseo en barco por el puerto fue casi como un viaje a la AntĆ”rtida. 

Mucho, pero que mucho frĆ­o en el barco que te lleva a la Isla de la Libertad.

El barco da una vuelta a la Isla de la Libertad, en donde podemos disfrutar de algunas de la mejores vistas de la estatua y Manhattan, mucho mejor sin niebla.
 

El barco suele dar una vuelta alrededor de la isla para que los visitantes puedan tener una vista de la estatua desde todos los Ć”ngulos. 

La Isla de la Libertad no ofrece muchas mĆ”s atracciones a parte de la estatua en sĆ­. Hay un paseo que va desde el embarcadero hasta la base de la estatua, en donde se encuentra el consabido museo de la Estatua de la Libertad. 

AllĆ­ se puede encontrar toda la informaciĆ³n acerca de la estatua, como fue construida y transportada, de las replicas que se encuentran en Francia y demĆ”s historias y anĆ©cdotas de los mas de 100 aƱos de historia de la francesita de piedra.

Dentro del museo con una rƩplica de la cara de la estatua.

En el museo, esta vez con una rƩplica de la antorcha.

Una vez concluida la visita y si hay ganas y piernas, se puede hacer cola para subir la estatua. La subida es bastante penosa, no por lo larga, si no por lo tediosa. 

La mayor parte de la subida se hace en una escalera de caracol la cual tiende a estrecharse mĆ”s y mĆ”s, asĆ­ que es una de las pocas oportunidades donde no ser alto tiene sus ventajas. 

Ademas la subida suele estar atestada de gente, lo cual hace que se ralentice aun mas. 

La subida es un poco penosa, en un dƭa despejado, la vista merece la pena, en nuestro caso, fue la experiencia de esperar mucho en una escalera bƔsicamente.

La cumbre de la escalera esta en la cabeza de la estatua, justo a la altura de la corona, en donde un diminuto pasillo permite acceder a las ventanas que dan vista al exterior. 

Lo malo es que las ventanas son diminutas y estaban completamente empaƱadas y empapadas por la lluvia que estaba cayendo, asĆ­ que no fue precisamente una de las excursiones mĆ”s excitante del viaje ni con mucho. 

Me imagino que con otras condiciones meteorolĆ³gicas la impresiĆ³n seria distinta. 

Las vistas no dan mƔs de sƭ con un dƭa tan nublado.


Isla de Ellis. 

La Isla de Ellis es otra de las principales atracciones de la ciudad, pero quizĆ”s de las mĆ”s desconocidas tambiĆ©n. 

No mucha gente que visita New York accede a ella, quizĆ”s por desconocimiento de su historia, quizĆ”s por que no le den importancia al museo que aloja. 

Edificio principal de la isla de Ellis.

Nuestro caso fue mitad casualidad, mitad interĆ©s. Dado que el dĆ­a que visitĆ”bamos la Estatua de la Libertad estaba de lo mas perro y lluvioso, y que el mĆ©dico del grupo conocĆ­a la importancia histĆ³rica de la isla, decidimos tomar el ferry que salĆ­a de la Isla de la Libertad hasta la Isla de Ellis antes de regresar a Battery Park. 

La Isla de Ellis fue durante mĆ”s de 50 aƱos, hasta mediados del siglo pasado, el punto de entrada de todos los inmigrantes que llegaban a America por barco. 

En su edificio principal, hoy en dĆ­a convertida en museo y parte del Monumento Nacional de la Estatua de la Libertad, se hacinaban los miles de personas llegadas principalmente de Europa en orden de conseguir el permiso de entrada al paĆ­s. 

Material mƩdico usado para la pruebas a los inmigrantes.

Oficiales de inmigraciĆ³n no solo procedĆ­an a tomar todos los datos personales, familiares... de los reciĆ©n llegados, sino que estos tenĆ­an que pasar un examen mĆ©dico para poder acceder a la ciudad y al paĆ­s.

Hoy en dƭa todavƭa se puede ver el distinto instrumental mƩdico usado para los reconocimientos y en que condiciones se realizaban, y la verdad es que causa escalofrƭos el pensar lo que tenƭa que pasar esa pobre gente antes de poder acceder al sueƱo de riqueza y prosperidad, que solo unos pocos de ellos lograrƭan alcanzar.


Esperando para coger el barco de vuelta desde la Isla Ellis a Manhattan.





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